Ports del Maresme 2014

104 kilómetros y 2000 metros de desnivel acumulado era lo que me esperaban en mi primera marcha cicloturista. Jamás había rodado tantos kilómetros ni había subido tanto desnivel, pero me sentía con fuerzas y ganas de hacerlo.

Pese a todo, iba con el miedo de como me iba a responder la bici, después de detectar que tenía la rueda trasera medio salida y la delantera frenada, la llevé al mecánico para la revisión, que buena falta le hacía.

¿Resultado? Tenía que cambiar plato pequeño, piñonera, cadena y cables (resulta que el cable de cambio era en realidad un cable de freno), pero no me puede cambiar ni el plato ni la piñonera porque no las tienen, aunque me dice que las que tengo me tendría que valer para hacer la marcha.

Y así llegó el domingo, la idea era levantarme a las 5:45, tenía 45 minutos de viaje y recoger el dorsal, así que no quería ir con las prisas, pero a alguien se le olvidó darle a Guardar en la alarma del móvil... Suerte que tengo a Susana, que a las 6:00 como un clavo se levanta (sin despertador ni nada) y me dice: ¡Iván que te has dormido! Corriendo a vestirme, menos mal que dentro de lo que cabe no iba del todo mal de tiempo. ¡Que haría yo sin mi mujer, siempre atenta y siempre pendiente!

Así llego a Arenys de Munt bien de tiempo y aparco muy cerca del pabellón donde se recogen los dorsales, mientras espero aviso a Nacho y Gorka que ya estoy por la zona para ver por donde van ellos. También veo a Dani y al final nos unimos Gorka, Dani y yo para ir a la salida. Y aquí llega el primer aviso de la bici, justo cuando Gorka ya tiene su bici, y tiran para la salida, me quedo clavado... Se ha salido la cadena, y así tres veces..

Al final consigo ponerla bien y parece que aguanta, así llegamos a la salida donde ya hay un montón de ciclistas y nos unimos con Nacho, Eloi, Joan, Albert, las Fastters Girls Aida,Alba, Marta y Laura, además de otros fastters que no tengo el placer de conocer.

El día era fantástico, ni una sóla nube y con el solecito apretando cada vez más fuerte.

Suena la bocina y empieza la salida, bajada hasta coger la N-II pero justo antes de llegar un pequeño susto, Laura se cae por culpa de un bidón. Al final sólo es el golpe y puede continuar sin problemas.

Vamos en grupo, charlando y demás durante toda la N-II y escuchando los buenos consejos de Nacho en el primer puerto de Sant Pol a Collsacreu, empiezo a aflojar ritmo, queda mucha cursa y mucho desnivel.

En este puerto nos quedamos Nacho y yo rezagados, él porque no me quiere dejar sólo y me quiere acompañar y yo porque no quiero forzar y veo que el ritmo que llevo es bueno para mi.

Así seguimos hasta llegar a Gualba y encontrarnos con la primera parte del segundo puerto, tremendamente duro, repechos del 15% e incluso más, que hacen que las piernas duelan, que te hacen sentir exhausto mientras los subes y eufórico en cuanto ves que consigues llegar al final del repecho. Aquí Nacho sigue a su ritmo, es imposible que me espere con esas cuestas, cada uno necesita ir a su ritmo.

Y así poco a poco y con mucho esfuerzo llego al primer avituallamiento, relleno el botellín, me como un plátano y tres trozos de naranja que me sientan genial y sigo adelante.

Toca subir desde Campins al Coll de Sta.Helena, 15 kilómetros de subida constante con desniveles de hasta el 9%, que parecen no acabar nunca, pero que te permiten disfrutar de un paisaje espectacular, solo ensombrecido por la "guarrería" de algunos participantes de tirar los envases de geles a la carretera.

Despacito y con buena letra llego a la cima, que sensación más agradable, el saber que he completado la parte más complicada del circuito y las vistas magnificas desde el punto de avituallamiento te hacen sentir como en una nube.

Allí veo a Albert que me dice que no hay agua (uno de los pocos peros que tuvo la cursa y la organización) pero que hay una fuente a unos kilómetros. Decido igualmente comer un plátano y unos riquísimos buñuelos, ¡entran solos! Decidí dejar de comer buñuelos cuando ya me había cascado ocho... :)

En esas que uno está comiendo, que llega un coche de la organización con agua, ¡genial!

Relleno mi botellín que estaba seco, me dispongo a regar un poco el campo con líquido de mi propio organismo (vamos que me puse a mear XD) y ¡comienza la bajada!

Bajo disfrutándolo a tope, con velocidad pero con respeto, curvas muy pronunciadas y asfalto en bastante mal estado en según que sitio, hace que tenga algún que otro sustillo.

Llegamos al final del descenso y nos espera un camino de rectas y falsos llanos, y la sensación de que esto tenía buena pinta.

Mientras charlo con un ciclista que no pudo hacer la marcha por horario, pero que andaba rodando por el mismo circuito llego al desvío para dar la vuelta y comenzar el ascenso al último puerto, el de Collsacreu. Algunos valientes como Eloi, seguirían con la cursa larga haciendo dos puertos más.

Justo en el kilómetro 91 hay otro avituallamiento que decido no hacer, tenía todavía agua y estaba realmente lleno de energías. Y tan feliz me dispongo a atacar el último escaño para finalizar la marcha. Me las prometía muy felices, hasta que en uno de las repechos decido cambiar de plato... ¡No me entraba el plato pequeño! No había manera, por más que le diera el desviador no se mueve. Sigo dándolo todo para subir, soltando bastantes improperios por la boca y maldiciendo a la bici. Haciendo un esfuerzo muy grande, veo el cartel de que queda 1 kilómetro para llegar a la meta.

En esas que veo a Dani, le cuento lo que me pasa y muy amablemente me dice que me pare y miremos de intentar cambiarlo manualmente. Estamos un rato mirando pero no hay manera, le digo que siga el, que yo seguiría andando, y le agradezco todo lo que había hecho por mí.

Al final ando unos 100 metros y al virar una curva veo que la pendiente no es tan pronunciada. Me vuelvo a subir a la bici y consigo llegar a la meta en 5:16:46.

Y consigo terminar la marcha con un sabor agridulce, alegre por completar una marcha muy dura y cabreado por tener que poner el pie en el suelo por culpa de un problema de la bici en los últimos metros.

En la llegada nos espera un plato de ensalada de pasta y una caña de crema que entran solas, además de cocacola y cerveza.

Sin más tiempo que para hacerme una foto con los fastters (genial el resultado de todos) y comentar un poco la jugada, voy para el coche y aviso a Susana que voy para casa, lo había conseguido de nuevo, sin ella no sería capaz de hacer nada de lo que hago, pero esta vez con más sentido si cabe por el hecho de que hubiera sido mi despertador personal.

Resumiendo ha sido una marcha muy difícil, que sufres y disfrutas a la vez, pero que merece mucho la pena. Muy bien organizada (con el único punto negro del problema del agua en el avituallamiento del coll de Sta. Helena) y con la suerte que pudimos disfrutar de un día espectacular.

Buen entreno para Vitoria, cada vez queda menos...

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[papa]

Eres el mejor claro para tu padre